miércoles, agosto 30, 2006

GRAN-IZO


Escuche golpes, pense que eran de alguna obra en construccion. Eran cada vez mas y se acercaban. Supuse en mi delirio que podian ser disparos. Pero el barrio es tranquilo comunmente. Y de pronto, el mundo parecia venirse abajo. Exagerado, yo? Miles y millones de piedras de hielo de dimensiones increibles: pelotas de golf, no. Pelotas de tenis. Y la gente corria en busca de refugio y los autos se subian a las veredas donde hubiera algun toldo. Estallaban vidrios, los techos se agujereaban, las chapas se hundian. Y si las piedras seguian aumentando de medidas? Y si me golpeaban la cabeza y caia desmayado y sobre mi cuerpo tirado seguian martillandome miles y miles de rocas heladas hasta matarme? De pronto: silencio. Las personas salian de sus refugios improvisados, los automovilistas miraban incredulos y sin saber a quien responsabilizar por las chapas aboyadas de sus moviles y por los parabrizas y lunetas que ya no estaban en su lugar pues se habian pulverizado.
El cielo sigue gris en Buenos Aires, aunque ya no nos ataca.